lunes, 7 de marzo de 2016

PREVENCIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

Una gran mayoría de padres que maltratan a sus hijos lo
hacen porque no encuentran alternativas de manejo 
conductual, aquí se sugieren algunas opciones. 

No disminuyas su autoestima.
Si lo agredís verbalmente, si lo insultás, la capacidad del 
niño para superar problemas se ve sumamente comprometida. Recordá que vos sos la máxima autoridad y tu palabra es la verdad absoluta, si vos le repetís muchas veces que es un 
tonto, seguramente se convertirá en tonto. 

Hacé hincapié en lo positivo.
Es muy común que el niño se porte bien la mayor parte del tiempo: sin embargo al no darnos problemas no percibimos 
su conducta. No es sino hasta los 30 segundos de mal comportamiento que nos percatamos de él, y sólo señalamos esto. 

Enseñá con el ejemplo.
Si vos le pegás a un niño, él aprende que cuando se tienen problemas con los demás esto se resuelve a golpes. 
Si mentimos, él aprende a mentir, si robamos, él aprende a 
robar, seamos congruentes entre lo que pedimos de él y la manera en que nosotros actuamos. 

Pedí orientación o ayuda. 
Escuelas para padres o lugares de consulta: hay una gran variedad de lugares en donde se imparten una serie de 
charlas llamadas Escuela para Padres, preguntá en la
escuela de tu hijo o contactá a alguna de las instituciones que mencionamos entre los recursos de ayuda en este sitio web.
Tratamiento específico 
Como se mencionó anteriormente existe una serie de 
patologías específicas, tanto en el padre como en el niño, 
que pueden derivar en situaciones de maltrato.  En estas circunstancias es recomendable acudir a evaluación,  pedir 
al pediatra o médico familiar que recomiende un psiquiatra o psicólogo que pueda dar orientación y consejo para tratar el 
caso.

Una persona fuera del núcleo del conflicto, alguien que no está involucrado en nuestro diario vivir, tiene una perspectiva 
más clara para detectar el origen del problema, además de
que los especialistas en salud mental suelen manejar este
tipo de situaciones, y no emiten ni juicio ni crítica. 
 
Y…….recordá que no sos la única persona que quiere y necesita mejorar la forma de trato hacia sus hijos y que experimenta los sentimientos que vos tenés.   Solicitá orientación. 
 
Es muy bueno que como padres podamos reflexionar sobre algunas cosas…..


Date tiempo para conocer a tu hijo. 
Si conocemos mejor a nuestros niños adquiriremos estrategias mejores y más productivas para controlar las conductas negativas.  Esto, por supuesto requiere dedicación de nuestro tiempo y empeño. 

El niño que todos llevamos dentro. 
Una de las formas mas usuales en que se inicia el maltrato, 
es cuando nos transformamos en niños, cuando se inicia una discusión entre padre e hijo, el motivo puede ser cualquiera,
y el padre deja la posición de adulto.

Entonces se convierte en una pelea entre niños, en una pelea
por el poder que seguramente desembocará en violencia y el
niño grande (papá o mamá) van a ganar.

Si sentimos que esto nos sucede, debemos  intentar mantener nuestra posición de adulto, somos papá o mamá.

Sin embargo, y no obstante lo dicho, en algunos momentos es conveniente y hasta deseable transformarnos en niños, cuando jugamos con ellos.

El poder convertirnos en niños y divertirnos con ellos es un
buen modo de compartir tiempo con nuestros hijos y también 
así conocerlos mejor.
Hablá con tu hijo. 
El diálogo permitirá que ambos intercambien sus impresiones, permitile sugerir alternativas en las sanciones. 
Siempre recordá  que los niños no podrán portarse bien todo 
el tiempo.

El niño es un ser capaz de pensar y actuar de acuerdo a los valores que vos le inculques, si le enseñás a resolver los problemas con agresividad, agresividad es lo que vos podés esperar. 

Ajusta tus expectativas. 
Como ya mencionamos los niños son individuos con características propias y preferencias especificas y es
importante tener en mente que son los padres quiénes tienen 
la responsabilidad de conocerlos, comprenderlos  y ayudarlos 
a desarrollar sus potencialidades y posibilidades. 

Patologías específicas.
En la sección anterior, se mencionaron patologías especificas como depresión y ansiedad en el niño, etc.  Cada una de éstas tiene un tratamiento particular por lo que es recomendable
acudir a un especialista. 

Existen diferentes especialistas que pueden ser consultados para los problemas específicos de cada familia: el psicólogo infantil, psiquiatra de niños, terapeuta familiar, consejero familiar o trabajadores sociales. Solicitá orientación !


 

El maltrato infantil y sus efectos negativos sobre el desarrollo cerebral

En los últimos años han aumentado considerablemente las investigaciones sobre las primeras etapas del desarrollo cerebral, y en particular sobre los efectos del maltrato en el desarrollo del cerebro durante la lactancia y la primera infancia. Estas investigaciones están empezando a arrojar indicaciones claras de que el desarrollo cerebral puede resultar fisiológicamente alterado en situaciones de estrés prolongadas, severas o impredecibles – entre ellas, el maltrato – durante los primeros años del niño. Tales alteraciones pueden, a su vez, afectar negativamente al crecimiento físico, cognitivo, emocional y social del niño. Las diferentes partes del cerebro se desarrollan en respuesta a los estímulos que las activan. Con el paso del tiempo, el cerebro aumenta de tamaño y densidad, llegando a alcanzar prácticamente un 90% de su tamaño adulto cuando el niño tiene tres años de edad.
 En ausencia de estímulos y de cuidados (por ejemplo, cuando los padres o cuidadores son hostiles o se desinteresan del niño), el desarrollo del cerebro infantil pueden resultar disminuido. Dado que el cerebro se adapta a su entorno, se adaptará con la misma facilidad a un entorno negativo que a otro positivo. El estrés crónico sensibiliza las conducciones nerviosas y desarrolla desproporcionadamente las regiones del cerebro asociadas a las respuestas de ansiedad y miedo. Con frecuencia, ocasiona también un desarrollo deficiente de otras conducciones nerviosas y de otras regiones del cerebro. El cerebro de un niño que experimenta estrés – en forma de abusos físicos o sexuales, o de desatención crónica – orientará sus recursos a la supervivencia y a afrontar las amenazas de su entorno. Este estímulo crónico de la respuesta del cerebro al miedo implica frecuentemente la activación de determinadas regiones del cerebro. Tales regiones, por consiguiente, serán más propensas a experimentar un desarrollo desproporcionado a expensas de otras que no pueden ser activadas al mismo tiempo, como las que intervienen en el razonamiento complejo. De resultas de ello, ciertas regiones del cerebro no relacionadas con la respuesta al miedo podrían no estar “disponibles” para permitir el aprendizaje del niño.
 Los efectos de las experiencias del lactante y del niño sobre el desarrollo de su cerebro sientan las bases para la expresión de la inteligencia, de las emociones y de la personalidad. Cuando esas primeras experiencias son esencialmente negativas, el niño puede padecer problemas emocionales, conductuales o de aprendizaje que persisten durante toda su vida, especialmente en ausencia de intervenciones específicas. Por ejemplo, los niños que han padecido abusos y desatención crónicos durante sus primeros años pueden vivir en un estado permanente de alerta exacerbada o de disociación, atentos a las amenazas que pudieran surgir en cualquier tipo de situación.

 Su capacidad para beneficiarse de las experiencias sociales, emocionales y cognitivas puede resultar disminuida. Para poder aprender e incorporar nueva información, tanto en el aula como ante una nueva experiencia social, el cerebro del niño debe encontrarse en un estado de “calma atenta”, que el niño traumatizado rara vez conoce. Los niños que no han conseguido desarrollar unos vínculos saludables con sus cuidadores y cuyas primeras experiencias emocionales, perjudiciales para su cerebro, no hayan sentado las bases necesarias para un desarrollo emocional positivo podrían ver limitada su capacidad de empatía.

 El remordimiento y la empatía son sentimientos que nacen de la experiencia. En los casos extremos, cuando un niño no se siente emocionalmente vinculado a ningún ser humano, no cabrá esperar que experimente remordimientos por dañar o incluso dar muerte a alguien. Cuando los maltratos ya se han producido, hay indicaciones de que una intervención intensa y temprana puede ayudar a reducir los efectos a largo plazo de ese trauma sobre el desarrollo del cerebro.

Sin embargo, aunque una intervención temprana en niños maltratados puede reducir al mínimo los efectos de los abusos y desatenciones, es considerablemente más beneficioso evitar el maltrato antes de que sobrevenga. El costo que entrañan – tanto en términos humanos como económicos – los esfuerzos por curar a esos niños superan con mucho a los que acarrearía la prevención del maltrato y, consiguientemente, el fomento de un desarrollo saludable del cerebro durante los primeros años de vida.

Indicadores de Abuso Sexual Infantil

El principal indicador del abuso sexual es el relato que hacen la niña o el niño victimizados. (….), A pesar de su especificidad, pocas veces es tomado en cuenta tanto por las personas que lo escuchan por primera vez como por las autoridades que intervienen.


Recordemos, además que los investigadores señalan que menos de la mitad de los adultos que recuerdan haber sido victimizados sexualmente, lo han contado en la infancia y que sólo una quinta parte –el 20% - de los que lo han contado, tuvo algún tipo de intervención por parte por parte de las autoridades.4 En el estudio de Finkelhor de 1979, del total de casos de abusos detectados, el 63% de las mujeres y el 73% de los varones jamás lo había contado.

Resulta necesario entonces, establecer otros criterios que contribuyan a verificar los relatos infantiles. Los que tenemos experiencia en este tema sabemos que validar un diagnóstico de abuso sexual es una cuestión no sólo complicada sino también delicada por las implicancias legales a corto plazo y las emocionales a futuro. Por tanto nuestra precisión diagnóstica será mayor en la medida en que reconozcamos la presencia de signos y síntomas –físicos y emocionales- asociados al abuso que corroboren una sospecha. Raramente la confirmación del abuso se basa en la presencia de sólo uno de los indicadores. Por el contrario, la tarea de los profesionales intervinientes se asemeja a la del investigador que va articulando diversas pistas –indicadores- para tener un panorama lo más cercano posible a lo que verdaderamente ocurrió. (…)
Diversos autores se han dedicado a enumerar los indicadores –signos y síntomas- asociados al abuso sexual infantil. Se consideran signos de cualquier enfermedad física o trastorno psicológico a todos los fenómenos que pueden ser apreciados por el observador; mientras que los síntomas son aquellos datos percibidos y descritos por los pacientes y que, en general están ligados a sensaciones corporales, a sentimientos y pensamientos.

Indicadores psicológicos
(…) Según la etapa de la experiencia traumática que este atravesando el niño, estos indicadores psicológicos revestirán diferentes características: en la época en que el abuso esta comenzando es más frecuente detectar signos y síntomas relacionados con estrés postraumático mientras que, en la fase crónica, se reconocerán conductas asociadas al síndrome de acomodación a la victimización reiterada. Muchas veces si el niño o su familia recuerdan la aparición de indicadores de estrés postraumático, es posible inferir la fecha aproximada de comienzo del abuso.

Indicadores psicológicos inespecíficos

(…) las personas afectadas por este trastorno [síndrome de estrés postraumático] evitan de manera, persistente los estímulos relacionados con el trauma, eluden los pensamientos y sentimientos asociados, esquivan las conversaciones sobre el tema y rehuyen las actividades, situaciones o personas que pueden hacer aflorar los recuerdos. Este mecanismo desemboca en un estado de rigidez psíquica, con una disminución notable de la reactividad habitual. Se observan indiferencia, distanciamiento con respecto al mundo externo, junto con una actitud sumamente alerta, a la defensiva de posibles ataques o desorganizaciones del medio circundante. A esto se agregan trastornos del sueño (insomnio y pesadillas) y alteraciones de la memoria, junto con dificultades para ejecutar las tareas habituales.
El fondo emocional es netamente depresivo y se observa ansiedad, irritabilidad y sentimiento de culpa, generalmente por haber sobrevivido a la situación desencadenante o por las creencias de haberla provocado. Otras de las particulares de este cuadro en el adulto son el temor, la desesperanza y el pánico intenso, en tanto que el caso de los niños hay que tener presente los comportamientos desestructurados y agitados. (…)




ABUSO INFANTIL

El abuso infantil ocurre cuando un padre o cualquier otro adulto  causa un daño físico o emocional a un niño.
En los Estados Unidos, la ley que define el abuso infantil varía de un estado a otro. Pero en términos generales, el abuso de niños puede tomar varias formas:
  • abuso físico
  • abuso sexual
  • negligencia o abandono
  • abuso emocional o psicológico
Los casos más serios de abuso infantil pueden resultar en la muerte del niño. Es posible que aquellos que sobreviven el abuso, sufran emocionalmente aún cuando las lesiones físicas se hayan superado. Los niños que han sido abusados suelen tener dificultades estableciendo y manteniendo relaciones con otros a lo largo de sus vidas. También es más probable que sufran de poca autoestima, depresión, pensamientos suicidas u otros problemas de salud mental.

Abuso físico

Cuando la gente piensa en el abuso de niños, inmediatamente lo asocia con el abuso físico, como por ejemplo, pegar, patear o sacudir. El abuso físico también incluye:
  • mantener a un niño sumergido en el agua
  • atar a un niño
  • quemar intencionalmente a un niño con fuego o con agua hirviendo
  • lanzar un objeto contra el niño o utilizar un objeto para golpearlo
  • hacer pasar hambre a un niño o no proporcionarle comida
El traumatismo de cráneo, o el síndrome del niño zarandeado, es una forma específica de abuso físico. Es la causa principal de muerte en los casos de abusos infantiles en los Estados Unidos. La mayoría de los incidentes sólo duran unos pocos segundos, pero es suficiente para causar daño cerebral y hasta producir la muerte del bebé.

Abuso sexual

El abuso sexual ocurre cuando un niño es violado u obligado a realizar un acto sexual. Pero también es cualquier tipo de contacto sexual con un niño o cualquier comportamiento que tenga como fin excitar a la persona que comete el abuso. Por lo tanto, no sólo se considera abuso sexual mantener relaciones sexuales con un niño, tocar los genitales de un niño o hacer que el niño le toque los genitales a otra persona; el abuso sexual también significa:
  • hacer que un niño pose o esté involucrado en acciones para fotografías pornográficas o videos
  • contar chistes o historias con connotación sexual
  • mostrar material pornográfico a un niño
  • obligar a un niño a desnudarse
  • "exponerse" ante un niño o mostrarle los genitales

Negligencia

La negligencia es cualquier acción, o inacción, de la persona a cargo del cuidado de un niño que causa un daño físico o emocional en un niño. Por ejemplo, no proveer de comida, calefacción, abrigo (durante los meses de invierno) o una vivienda adecuada, es considerado un acto de negligencia. Básicamente, cualquier cosa que interfiere con el desarrollo y el crecimiento del niño es considerado un acto de negligencia. Esto también incluye:
  • no proporcionar atención médica cuando el niño está lesionado o enfermo
  • encerrar a un niño en una habitación o un placard
  • colocar a un niño en una situación de peligro donde pueda lesionarse físicamente u ocasionar la muerte
El abandono es un tipo de negligencia. Esto ocurre cuando se deja a un niño solo durante un período de tiempo prolongado o cuando sufre un daño serio ya que nadie lo estaba cuidando.

Abuso emocional

El abuso emocional o psicológico es un patrón de conducta que tiene un efecto negativo en el desarrollo emocional y en la autoestima del niño. Ignorar al niño o no demostrar sentimientos de amor, apoyo u orientación es considerado abuso emocional. También lo es amenazar, atemorizar, denigrar o criticar constantemente a un niño.

El abuso emocional durante infancia aumentaría el riesgo de sufrir de migrañas en la adultez

Los efectos del abuso emocional son más profundos de lo que la gente suele creer. Parte de ello se debe a que sus heridas no se ven a simple vista y por eso pueden pasar desapercibidas para las autoridades e instituciones, pero cada vez más hay más evidencia de que sus efectos a nivel psicólogo y biológico pueden perdurar hasta la adultez e incluso por toda la vida.
Un ejemplo de esto proviene de la investigación realizada por la Academia Americana de Neurología, cual encontró que los niños abusados emocionalmente tenían más riesgo de sufrir de migrañas en su adultez. Esto no fue todo. Sino que la relación entre el abuso emocional y la migraña fue más fuerte cuando la compararon con el abuso físico y sexual.
La muestra del estudio fue bastante grande: 14,484 personas de 24 y 32 años de edad, que fueron evaludas a través de un cuestionario que les preguntaba si sus padres u otro cuidador abusó emocionalmente de ellos, durante su infancia, por medio de verbalizaciones hirientes que los hacía sentir como no amados. También se evaluó si habían experimentado otros tipos de abuso como el físico y sexual.
Los resultados fueron muy preocupantes. Cerca del 47% de ellos dijo que habían sufrido de abuso emocional; el 18% dijo que había padecido de abuso físico y el 5% confesó haber sufrido de abuso sexual.
Estos datos se compararon con aquellos que sufrían de migrañas y se encontró que las personas que habían sufrido abuso emocionalmente tenían más del 52% de probabilidades de experimentar de migrañas en su adultez en comparación con aquellos que no habían sido abusados. Los datos se mantuvieron estables aun después de controlar otras variables como la edad, nivel socioeconomico, raza y sexo.
Pero los investigadores no habían quedado satisfechos. También querían saber si los trastornos de ansiedad y depresión podrían afectar los resultados y aplicaron controles estadísticos, encontrando así que la probabilidad había descendido a 32%. Sin embargo, es importante aclarar que de igual manera es un índice de riego alto.
Cada vez se hace más evidente de que no podemos separar lo físico de lo biológico. El abuso emocional tiene repercusiones en nuestra salud y es hora de que lo tratemos con la urgencia que se merece.